Por lo general, la sexualidad se ha relacionado más con la juventud y tradicionalmente la sociedad ha alimentado muchos tabúes y estereotipos negativos acerca de la sexualidad en la vejez.
Para comprender la sexualidad del adulto mayor es necesario no solo comprender los cambios fisiológicos; sino ubicarlos en su contexto social y cultural, así como su propia historia, experimentada a los largo de la vida en el desempeño de su sexualidad.
El término sexualidad significa muchas cosas para distintas personas y diferentes etapas del ciclo vital.
Se define como Salud Sexual Geriátrica a "la expresión psicológica de emociones y compromiso que requiere la mayor cantidad y calidad de comunicación entre compañeros, en una relación de confianza, amor, compartir y placer, con o sin coito" (Maslow).
Efectos del proceso de envejecimiento sobre la actividad sexual
Existen un grupo de factores que se añaden a los cambios propios de la edad y se interponen en el desarrollo normal de la vida sexual en el hombre y la mujer mayor de 50 años.
La falta de estímulos sexuales provocada por una vida sexual monótona, poco variada, puede llevar progresivamente a una pérdida de interés en la actividad sexual. Una menor intensidad de relaciones sociales; la pérdida de atractivos corporales de la pareja y la creencia de que es incorrecto tener fantasías sexuales en esta época, se unen para disminuir la búsqueda del acto sexual.
Los agotamientos físicos y psíquicos propios de la etapa disminuyen el interés por el contacto sexual y crea temores por el cansancio extra que pueda producir y sus consecuencias físicas.
La preocupación por el trabajo o las preocupaciones económicas llevan a desviar el interés sobre la actividad entre los 40 y 60 años. En el mundo moderno esta es un etapa de productividad laboral e intelectual y la mujer o el hombre tiende a relegar a un segundo plano la actividad sexual.
Algunos sexólogos recomiendan la práctica masturbatoria durante este período de soledad, si no existen impedimentos psicológicos o culturales. Esta recomendación, aunque parezca chocante para algunos, puede contribuir a mantener tanto en el hombre como en la mujer, los mecanismos fisiológicos sexuales en actividad relativa y no en inacción absoluta.
Podemos concluir diciendo que la sexualidad no termina con la vejez, sino que surgen una serie de cambios, tanto en el hombre como en la mujer pero eso no influye en que se puedan tener relaciones afectivas y cóitales satisfactorias.
Hay ciertas enfermedades que influyen en que hayan cambios en la sexualidad, pero no está determinado que la vejez en si presente faltas de apetencias sexuales, sino que han sido los mitos o prejuicios o las malas informaciones y algunos patrones culturales que han hecho que esta etapa no se disfrute ampliamente.