El mar fue su morada durante muchos años. Sus travesías marítimas le permitieron conocer 127 países de los cuales guarda memorables recuerdos que ahora a sus 78 años, Fernando Santos Luna los evoca con alegría, orgullo y satisfacción de haber sido un capitán manabita, oriundo de Bahía de Caráquez que hizo de Guayaquil su puerto principal, donde atracó y se quedó para siempre.
Cuando habla de Guayaquil, su rostro se ilumina y su amplia sonrisa delata su felicidad. El Capitán Santos, quien reside en el Hogar del Corazón de Jesús, recuerda haber estar ligado a la Junta de Beneficencia de Guayaquil desde muy pequeño. En 1948 cuando apenas tenía cinco años ingresó a estudiar al colegio José Domingo Santistevan donde permaneció hasta 1952.
De su paso por este centro educativo recuerda con añoranza al sacerdote alemán Juan Von Lochbrunner, quien sabiamente aplicaba la disciplina; así como a sus compañeros con quienes compartió vivencias estudiantiles.
Ahora, Santos disfruta de su estadía en el Hogar del Corazón de Jesús, donde encuentra seguridad y se siente a gusto con la atención que le brindan. Ahí recibe sus visitas que llegan de diferentes países y en sus salidas de esparcimiento, sale a degustar los platos típicos de la ciudad y a admirar la ría que tantas veces navegó liderando naves, mientras recuerda sus viajes intercontinentales capitaneados por él, viajes que favorecieron el intercambio comercial entre países.
El Capitán Santos se considera un guayaquileño de corazón. “Mi guayaquil lindo y querido no lo cambio por nada” comenta durante su entrevista con Diario Súper que le hizo un reportaje donde los guayaquileños pudieron conocer más de la historia de un marino manabita que plantó raíces en Guayaquil, la ciudad de sus amores.